Ana & Mia, una APT humana

20/07/2018

Las nuevas generaciones han desarrollado una característica particular: la inmediatez. Quieren tener todo “a la punta del pulgar”, ya sea con el celular, el SmartTV, con el transporte, con la comida, con las relaciones, etc. Todo se vuelve inmediato, todo es social, todo es tendencia. Esto también ha generado cambios en posturas y conductas: pueden “amar” algo un día y pasar a “odiarlo” ya sea por convicciones personales o por influencia de su entorno (feed’s de noticias, Twitter, Facebook, Instagram, etc.), lo que supo aprovechar bastante bien Cambridge Analytica.

Hoy todo se somete a la mirada de una masa de Internautas que puede criticar, ofender y amenazar de manera desmedida, empoderados de sobremanera, que se sienten dueños de la verdad. Esto se contrapone con las reales habilidades sociales: mantener una conversación, el contacto visual, la empatía, el lenguaje no verbal, entre otros. Es interesante ver cómo se “desesperan” sin revisar una notificación, sin encender la pantalla por más de 10 minutos, sólo para “revisar”, y agonizar a medida que se pierde la señal de internet, y se acogen a la frase común “necesito” saber, compartir, opinar.

Esta generación se concentra en lo que “elige” saber y en lo que “desea” mostrar. Esto nos lleva al tema de esta columna: fuera de la pantalla, hay un mundo al cual no se le pueden aplicar filtros, no se puede elegir lo que se presencia (ver y oír), ni tampoco se puede “maquillar” lo que somos. Esto puede gatillar en algunos la frustración y la desesperación.

¿Quiénes son, o mejor dicho, qué son pro-Ana y pro-Mia? Si cualquiera de nosotros que no conozca el tema lee estas palabras, jamás entendería que se refieren a movimientos “Pro Anorexia” y “Pro Bulimia”. Sólo con hacer un recorrido simple en Internet, se encuentran cientos de páginas y sitios que se dedican a difundir técnicas y estrategias para que adolescentes puedan llevar su trastorno sin ser descubiertas. Realizan competencias llamadas “carreras de peso”, que lamentablemente terminan en casos de severo daño, no tan sólo físico sino también emocional.

El Doctor en Medicina José Luis Iglesias D. (España), especialista en pediatría y medicina adolescente, publica en su blog sus estudios al respecto y señala en una entrevista al periódico local: “Se habla mucho de otras enfermedades psiquiátricas como la esquizofrenia, pero ninguna tiene una mortalidad tan elevada, en la mayoría de los casos por suicidio, inanición o trastornos cardiacos. La gente tiene que tomar conciencia de que la anorexia no es un capricho, sino una enfermedad muy grave y que no tiene una sola causa”.

Debido al constante aumento de los TCA (Trastornos en Conductas Alimentarias) en las últimas décadas, se ha visto un aumento importante en la incidencia de la anorexia nerviosa. Las más afectadas son las adolescentes y mujeres jóvenes, grupo en que la prevalencia de esta enfermedad es de entre 0,5 y 1%, mientras que la de bulimia es del 1 al 3%, de acuerdo a información publicada por el Ministerio de Salud. Ambas patologías también pueden darse en hombres, pero es mucho menos frecuente siendo de gran importancia la detección temprana y el manejo adecuado de estas enfermedades.

Según la OMS, estos trastornos se presentan con mayor frecuencia en adolescentes mujeres. Se asocian a factores culturales, psicológicos, emocionales y económicos, con prevalencia creciente en los últimos 20 años. Los/as adolescentes no son atendidos por voluntad propia sino que son traídos/as por otros síntomas: anemia, adelgazamiento, depresión, amenorrea. Son potencialmente muy graves, llegando hasta la muerte si no se diagnostican y tratan oportunamente. Las causas de muerte y su gravedad están dadas por desequilibrio iónico, alteraciones cardíacas graves, pudiendo llegar potencialmente al suicidio.

Haciendo una analogía, una APT (por sus siglas en Inglés Advanced Persistent Threat, Amenaza Avanzada Persistente)  en promedio se mantiene indetectada por más de 200 días. El objetivo de un atacante es comprometer un sistema mediante el descuido de las personas que lo operan, y luego mediante diversas técnicas mantenerse oculto. Todo esto para conocer a la víctima y su entorno, y luego usar la información obtenida para atacar. Por analogía, si nuestros hijos están sin supervisión es un riesgo, pues a través de sus teléfonos tienen acceso a un mundo de contenidos con un solo toque.

¿Sabes si tu hijo o hija pertenece a un grupo de WhatsApp de estas “redes de apoyo”? Quienes administran estos grupos, ¿no podrían ser considerados una forma de comando y control, tal como ocurre con los APT? ¿Cuánto tiempo nos toma como padres identificar una amenaza, una vulnerabilidad en nuestros hijos? ¿Somos conscientes de su actividad digital?

Los invito a preguntarse: ¿estamos preparados para ver los riesgos a los cuales están expuestos nuestros hijos? Tal vez incluso más importante que lo anterior: ¿Soy capaz de realizar una evaluación objetiva de la situación, cuando se trata de mis hijos?

Seamos conscientes de nuestro núcleo social. Ser un “buen” hermano, tío, o amigo, implica conocernos y conectarnos. Para un adolescente, tener una red de apoyo es muy importante, en un mundo donde las comunicaciones e influencias rompen la barrera del espacio y se funden con la tan creciente interconectividad del todo.

AUTORES

Abraham Ermann